Los primeros en sentir la naturaleza y convertirla en una obra de arte, fueron nuestros antepasados de la Prehistoria, cuando vivían en plena conexión con lo natural y dependían de ella para sobrevivir. No conocían lo puramente artificial y sus vivencias, expectativas y deseos se ven reflejadas en estas obras.
En la foto de abajo vemos unos bisontes de la cueva de Altamira. A veces las formas de estos animales se adaptan a los salientes y relieves de las rocas integrándose en la piedra; sus delicadas líneas y el tratamiento sugerido de ciertas texturas en el pelaje, demuestran una sensibilidad particular para representar algo muy apreciado. Si te das cuenta no hay líneas rectas, ni horizontales ni verticales, ni si quiera existe la idea o concepto de gravedad o un orden racional para el espacio. Es sin duda el reflejo de la naturaleza sentida del modo más directo posible.
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